El idioma hablado o
escrito y los otros – plásticos, musicales –… son,
esencialmente lenguaje: sistemas expresivos dotados de poder significativo y
comunicativo [9], por lo cual, lo más importante para mí de un texto,
incluyendo los poemas, es que digan algo, que comuniquen algo y para esto se
necesita claridad, concisión, precisión y naturalidad. Fluidez. Cosa esta
última de la cual, por diversas razones, el lenguaje que se tiene establecido
como poético suele carecer muy frecuentemente, perdido en lodazales
estilísticos con frecuencia intransitables. Eficacia y eficiencia pido yo,
antes que nada al tratamiento del lenguaje: al escritor y al compositor. En los
orígenes los cantos eran empleados, para la plebe y las cortes, para transmitir de una región a otra los
sucesos relevantes de cualquier naturaleza siendo indivisibles en ese entonces
la melodía de la letra de la composición, pero posteriormente se fue
estableciendo una brecha no sólo entre la letra y la melodía hechas por el
trovador (letrista) y el juglar (intérprete) en ciertas ocasiones, sino entre
lo que se podía cantar o se hacía para ser cantado y lo que no. Muchos de los
poemas fundacionales de nuestras lenguas, como los del Romancero Español, fueron canciones que se quedaron sin su melodía
en el papel y llegaron hasta nosotros
bajo la presentación de versos para ser recitados no cantados. Luego vinieron
las primeras composiciones poéticas destinadas a ser leídas, no cantadas y en
eso se terminó quedando lo conocido y entronizado como poesía, lamentablemente,
desconociendo y descalificando, versos como los de Miguel Matamoros, Rubén
Blades y Adolfo Pacheco, en nuestro idioma y músicas populares, por nombrar
unos poquísimos y de John Lennon o Edith Piaf por decir otros, en cantos
populares de idiomas diferentes.
El
lenguaje poético no es, necesariamente, lenguaje abigarrado, sino vivo. De nada
sirven las palabras nuevas traídas de otras lenguas o compuestas a partir de
otras ni los giros sorprendentes, como tampoco el lenguaje sencillo, llano, si
no cumplen la función de congraciar en el verso, en la línea, lo que se quiere
decir con la forma como se dice y se sostienen juntas, bellamente. Alcanzar una
belleza llana, sencilla, es tanto o más complejo y exigente que una belleza
abigarrada y es en esto, precisamente, en lo que quiero detenerme, en resaltar
que con un lenguaje poco más que cotidiano y no siempre inocente aunque en
ocasiones un poco burdo puede cantarse y contarse bellamente y puede, también,
cumplirse con rigurosidades métricas. Hacer poesía profundizando en las
palabras, la música del poema, su ritmo y su contenido lo que acontece al poeta
en su existencia, dando una visión (regularmente esclarecedora) de su tiempo y
su entorno, diciendo lo que otros no han podido decir con igual visión.
9 Octavio Paz, El Arco y La lira, Fondo de Cultura
Económica, 1956.
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