Entre tanto, el Vito que recorre los senderos
Amerindios, o ese otro poeta algo distinto que nos atestigua los encuentros
tenidos en los senderos de Abya Yala: nos descubre otras visiones de lo
primigenio, de lo originario que él, a su vez, ha descubierto por estos caminos
poéticos y existenciales y nos las presenta permitiéndonos volver a conocernos
y reubicarnos en el territorio que siempre nos ha pertenecido, invitándonos,
sin ninguna adhesión política, ni hacer presente ideología alguna, por medio de
detalles muy humanos y cotidianos, a buscar, conocer y aclarar nuestra concepción
sobre el papel de las etnias amerindias en la historia, más allá de la que le
han otorgado los historiadores tradicionales, al margen de la cultura
universal, negándole a nuestros pueblos el derecho a su total autenticidad y de
la defensa integral de los mestizajes que han dado origen al continente tan
diverso que ha venido a ser América, actualmente.
Son los espíritus
fundadores de la huella – sendero…
los inventores de Abya
Yala…
los primeros
exploradores del continente del cuerpo…
y del universo del
sueño…
los forjadores del
abrazo Hombre – Mujer, multiplicador de vida…
los descubridores del
hálito azul concedido a la criatura humana…
los sembradores en los
surcos del pensamiento, del rugido y del canto…
¡Los pobladores del
principio!... que ahora reinicio.
(Desde la placenta del
tiempo)
En este recorrido por la vastísima Abya Yala,
Miguel Ángel nos la presenta con postales, instantáneas de la cotidianidad que,
más allá de la imagen de lo inmediato, nos enseñan la concepción del universo
de los pueblos y su relación con él, en sus sociedades.
Hemos llegado hasta
aquí, hasta los leños ardientes de tu fogón,
para volver a
reconocernos en los esfumados rostros del pasado.
Hemos llegado, hasta el
fuego de tu hogar, con la sonrisa
del que sabe que sigue
pisando suelo materno.
Reiniciando el relato de
la crianza de los primeros abuelos.
Creciendo entre Copihues y Canelos.
Escuchado las imágenes
del sueño del predio azul.
Inventando el aliento…
el suspiro en medio de la arcilla,
La hierba y las
hormigas.
Estamos alrededor de tu
fuego encontrando las palabras
del silencio antiguo:
ése en donde anidan los pájaros del festín de la
mañana.
(Al pie del fogón)
Dando
una respuesta particular a la aún negada posibilidad de una tradición narrativa
diferente a la occidental, Miguel Ángel nos abre unas puertas a las distintas
tradiciones multimediales de los pueblos amerindios que, de diversas formas,
distintas a las escritas, siguen transmitiendo sus mitos, poesías, leyendas,
cuentos, cantos y dramatizaciones, sin obedecer a los patrones estéticos y
culturales que se ha pretendido imponer, bárbara y excluyentemente, desde la
conquista, como los únicos válidos en nombre de Dios y la civilización.
… el sonido sonaja del Quetzal es seguido por el del Zacuán.
El Azulejo invita al pito del Tzinizcan.
El Cenzontlatole teje su trino en medio de los gorjeos del Quétchol, la gran guacamaya,
y del Ayocuan de pico amarillo.
El Huitzilli se escurre entre las alas del pájaro cascabel…
y he visto a las
melancólicas Cocotli aparearse, en
las aguas, para siempre…
entonces todas se
convierten en el Pájaro del Agua resplandeciente.
(Diálogo entre los
cedros)
Somos sabia de maguey,
hojas de ahuehuetes, hambre del jaguar, ensueño de la serpiente, sabor de la
vainilla, ardor del chile, almendra del cacao, luz de la mazorca, canto de la
garza azul, grito del perro xoloitcuintlis, sombra del coyotl, espina del pez
barbudo, color del jade, sudor de la turquesa, fragancia del jazmín, blandura
del musgo, filo de obsidiana, frutos del nopal, visión del águila, rostro de la
piedra, pálpitos de la tierra, moldura del agua, dirección del viento, fuego de
la noche.
(Tecayehuatzin)
Miguel no nos propone preocupaciones sobre la
realidad de las comunidades que visita en su viaje, no indaga sobre qué son los
pueblos amerindios en el ámbito actual del continente y frente a la herencia o
influencia europea y africana. Presenta, describe, narra, poetiza, con
elementos de una estética propia, autónoma, producto de la transculturación que
ha dado origen a la actualidad del continente americano, con la cual transgrede
el paradigma estético occidental, al acogerse a las formas tradicionales del
poema escrito y el libro impreso de esta, sin dejarse ceñir por la métrica
española e introduciéndoles los paisajes socioculturales, históricos y
naturales, autóctonos, de su comunidad y las demás comunidades que va
conociendo, contribuyendo así a la reubicación de estas tradiciones en el
espacio que les ha sido negado y sólo, a veces, se les otorga, como limosna,
como un hipócrita contentillo, como elemento de un espectáculo pseudo incluyente,
integrador y reconocedor de lo diferente
a la regla prefabricada y entronizada como molde.
Hormigas… y los siglos:
¡Los mochicas se fueron tras los cantos de las
ballenas!
¡Perseguimos el destino del caballo de las estepas!
¡Hogueras rogativas para los Kofanes del Putumayo!
Alpargatas de Timoleón
García abandonadas en los surcos.
Las hormigas descubren
el origen de los Nazcas
en las pinzas de una
araña muerta.
(Recolección de las
hormigas 2)
Hemos tropezado con los
fantasmas ahuyentados de los templos,
en las orillas de un
manantial del volcán Popocatépetl.
Dos serpientes se
alimentan de la miel de los muertos
derramada en los fogones
de los Yanomanis.
Un río circular se
oculta en el cerro de Duida.
(Recolección de las
serpientes)
La dulce sangre de la
luna ya visitó a la Lucila… nuestra única niña,
Que ha ido alejándose
del corral de los cuy.
La familia Kowii regresó
de lo lejos
y de nuevo florece la
última casa de Atuntaqui.
Y en los sueños, aún,
olemos
la canela de las fiestas
de Cotacachi y Karanqui.
Así, Taita, nuestras
pequeñas sombras continuarán
el ir y volver en los
costados azules de tu monte.
Que Pachacamac siga
cubriendo tu altura.
(Runa Benito Ulcuango)
No nos plantea Malohe en Encuentros en los senderos de Abya Yala, tampoco, un poemario de
ambición épica totalizadora, una exploración minuciosa del continente y sus
gentes: nos lo muestra con una economía certera del lenguaje. No nos trae en sus
poemas una acumulación de imágenes que nada nos cuentan en sí mismas, por el
contrario, la intensidad expresiva del poemario radica en su alejamiento de la
retórica recurrente y presentarnos nítida, acertadamente, las distintas costumbres,
ceremonias, celebraciones o rituales que el poeta atestigua en su caminar, los
intercambios sociales que conforman la vida y la esencia de los diferentes
grupos a los que se aproxima y nos aproxima, compartiéndonos elementos míticos
y legendarios, volcando en el poemario relatos de las costumbres y tradiciones,
testimonios de las distintas experiencias de vida de los pueblos que visita. Se
nos presenta Vito, aquí como un espectador, al igual que nos pone en esa misma
perspectiva, nos hace partícipes de su viaje. No es él ya quien nos lleva de la
mano para descubrirnos un universo, sino que descubre con nosotros esos otros
universos en cada verso, en cada imagen, aún al dirigirse Hacia el cementerio familiar, brindándonos una visión periférica del
viaje a las raíces que nos comparte, desdoblándose para dejar de ser, un poco,
parte del ritual al que nos acompaña.
En Flor de La Guajira
flota un aire vaporoso,
donde las libélulas se
quedan pegadas en los escasos arbustos del lugar.
Alieetshi me conduce
hacia la única sobra: la tienda de Rosa Iipuana.
Ella nos recibe y, al
vernos la mirada,
nos lleva a un rincón,
nos entrega un cebo blando… susurrándonos:
“Dos espíritus amarillos viajan en sus espaldas,
Son wanülu de la enfermedad…
deben botar todo lo que han comido en los últimos
días
y no hablar entre sí durante la recuperación”.
Así lo hicimos…
y el vacío de todos los
Wayuu muertos
y el misterio de todos
los Wayuu vivos
se montaron en nuestros
hombros.
(Flor de La Guajira)
En Teyuna el Pensamiento
Madre
habita entre los sueños
de una serpiente bejuquera
y los gritos de un mico
mochilero.
En el camino de
Mackutama a Seiyua
se observan todos los
rincones sagrados para el pagamento,
donde los hijos de la
tierra negra tributan a la vida.
¡Kuru kuu! ¡Kuru kuu!...
En Chibillongui se escucha
la canción de la luna
sobre los hombres y sus sombras:
“… animalillos de luz
pensamiento
en mundo de fuego y
canto.
Se les pide armonía en
los pasos
y, en la muerte,
renacimiento”.
(Palabra 6)
Este
libro es una creación individual a partir de las percepciones tenidas en los
intercambios con otros creadores de Abya Yala, alimentada de la oralidad sin
ser, tampoco, una reconstrucción o una interpretación de la herencia cultural
de los pueblos originarios. Miguel Ángel hace para nosotros las veces de un
relator, no del narrador típico de la tradición occidental que se apropia de lo
expresado, como creación propia. Vito se sabe posterior a la historia que nos
narra, a los sucesos que nos describe, a pesar de presenciarlos en tiempo
presente, vistos estos como parte de la tradición que ha sobrevivido en medio
de las distintas culturas que han venido a ocupar los espacios geográficos de
Abya Yala, en donde, a estas alturas, no es tan fácil trazar una línea de
separación entre las culturas indígenas, mestizas y blancas.
¡Los
espíritus del viaje son locuaces ante los taciturnos!
… y escucharás los
acontecimientos de los tres mil vuelos de un cóndor blanco
alrededor de una flor de
invierno en los altos del Cotopaxi
… de los infatigables
días de una mujer sentada en un cerro del Chinchipe
en la espera del hombre
verdadero
… de las seis princesas
del Inca Pachacútec que ungían sus pechos núbiles
con algas de laguna y
los ofrecían a un sol guerrero
… de un Alcamari,
vestido de Llama, que baja cada año del Huascarán
para recorrer los
caminos inconclusos de la primera Madre ubicua y mortal
… de los gritos azules
que humedecen la vida, a pesar de la vida misma,
entre las aguas del
Titicaca y el barro del Umbramba
… de los pasos de
Dolores Cacuango mientras tejía un poncho con fibra del
entendimiento
… de los viajes, por
nueve ríos, de los recolectores del sabor de la zarzaparrilla
… de las apariciones del
Puma Awki, ablandando el maíz, en las cocinas de piedra de Pallatanga.
(Runa – Raiz)
Nos asiremos a la tilma
del Único Creador, el Dueño del Junco y la Cerca,
y se ha de develar su
desnudez en la nuestra… y encontraremos el espíritu de la
hondura de la vida… y le
avisaremos a nuestros hijos para que lo tomen, allí, junto a la
brasa del Copal; para
que lo beban, allí, sobre las aguas de la acequia de los frutales,
esa misma que los
adormece en los sopores del medio día; para que los abracen,
allí, encima de los
pechos de los vendedores de hortalizas…
(Nezahualcoyotl)
En este viaje de la palabra, nos llevan Vito y
Miguel Ángel, por su tierra y su paisaje vital, Guajiro o Americano,
invitándonos a conocerles, a la vez que nos ubican con sus imágenes diferentes
y mágicas, despojadas de las frecuentes imposturas y rebuscamientos que se
acostumbran por los poetas que, parecen, recurrentemente, buscar más brillar
ellos que su propia obra y se refugian en las altisonancias estridentes en
busca de llamar la atención al no tener muchas cosas para decir. Nos llevan a
reconocernos en la diferencia y a partir de esta a plantear un intercambio que
permita un enriquecimiento mutuo al margen de la histórica marginación a la que
ha condenado el canon occidental a las expresiones que se diferencian y apartan
de sus lineamientos y, en este punto, la propuesta de su voz, de sus voces, se
configuran en una propuesta, una poética de la reafirmación cultural que, desde
el reconocimiento de su lugar en el universo, ya no como miembro de una comunidad
particular, sino viendo ésta en su relación originaria con las demás de
su continente y el planeta en general, se abre a compartir y defender una
historia y una tradición que han sido acalladas o mal contadas por los
invasores de sus territorios ancestrales.
Hombre Luis carlos muchas gracias por compartir sus emociones de encanto por la poesía de los acallados, me gustó mucho el volar al que invita esta clase de poesía, de la cual precisamente conocía muy poca... Gracias.
ResponderEliminarCristhian, me alegra que el texto te abra puertas y te invite a conocer sobre esta poesía. Esa es la idea con él, más allá de dar mi opinión sobre este poeta que es uno de mis preferidos.
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