domingo, 11 de mayo de 2014

VALLENATO PROTESTA 3

Wiston Müegues en su canción la estratificación, de 2001, llega a ser más gráfico en su descripción de las penurias afrontadas por los desplazados que llegan a engrosar los cinturones de miseria de los grandes y medianos centros urbanos del país. Sus imágenes no tienen antecedente en la denuncia vallenata por su clara inmersión en el mundo urbano que a sus predecesores es ajeno. Otros relatos, también situados en la ciudad, se desarrollan desde la nostalgia de lo perdido en el campo: este se desarrolla desde la vida asumida y nuevamente desbaratada en la ciudad.

Mi compadre Cerbelión vino al Valle desplazado,
hizo con cartón y palos un rancho en una invasión,
y por la estratificación va a tener que abandonarlo.

Él no era ni estrato cero y lo pasaron para el cinco,
es un pobre jornalero que lucha el pan de sus hijos,
le aumentaron los servicios sin motivo y sin razón.

Él vive en una invasión y que vive en Novalito.
le quedaron los muchachos este años sin estudiar,
él los fue a matricular y le cobraron por estrato.

pobre del compadre mío hoy se alumbra con mechón,
va a coger agua en el río y usa la plancha e’ carbón,
le cocinan el fogón con unos chamizos secos.

Le tocó que abrir un hueco pa’ una taza campesina,
y hasta mató su gallina para hacerse un abanico,
pobre de mí compradrito ya no sale ni a la calle,

Yo si conozco el detalle y es su mala situación
y lo mismo de Cerbelión hay mucha gente en el Valle.

Estos desplazamientos forzados traen otras variantes de violencia que Daniel Celedón, abogado de profesión, ha sabido plasmar muy bien en dos composiciones: La lavandera, grabada con Ismael Rudas en el álbum: Tesoro musical de 1982 y Mujer marchita, grabada por Jorge Oñate y Juancho Rois, en el álbum: El cantante, de 1983. Ambas canciones son retratos de duras realidades que, si bien no son consecuencias directas de la violencia, muchas veces son sólo la única opción que les queda a esas mujeres despojadas de sus pertenencias e incluso sus dignidades.

En la primera canción nos da cuenta del sufrimiento de las mujeres que se parten el lomo lavando las ropas ajenas en busca de unos cuantos pesos para su subsistencia y las de sus más queridos.

Yo te vi que venias entristecida,
se dibujó el cansancio de tu dolor.
Que mal te ha pagado la vida,
que manos tan encallecidas,
derramando tanto sudor.
Jornal de burbujas y espinas,
tantas ilusiones perdidas,
laborando de sol a sol.

Lavandera que vas sufriendo
y en tu silencio lloras tu quejas,
vas expuesta cual hoja al viento
con cargamento de ropa ajena.
De pasar el agua corriendo
quizás va huyendo de tantas penas,
y en lavasa de mundo negro
se va fundiendo tu piel morena.
***
Lavandera de poca sombra,
nadie te nombra, nadie te llama,
y en tu casa hay llanto de sobra,
si lo que cobras ya no te alcanza.
Cada aurora un bojote e ropa
y en cada gota se te va el alma..
Forjadora, visión de pompa,
jabón que engloba desesperanzas.


En la segunda su relato es más crudo, cargado de imágenes sobre cogedoras que no sólo retratan el drama de las mujeres que deben vender su cuerpo para subsistir, sino que señala a la sociedad que las lleva a esta situación dolorosa y denigrante.
Cuando va a comenzar la noche comienza tu día,
maquillada con mil colores para lucir más.
Contáme donde esta lo alegres de tu triste vida,
vendiendo puñados de amores pa’ ganar el pan

La sociedad que te corrompe luego te margina,
muchacha autómata del vicio ¿para dónde vas?
Cicatrizaron en tu cara todas tus heridas,
pero la que lleva tu alma nunca sanara.

Desde niña te marchaste de tu casa,
convencida de que habrías de regresar,
y hoy la vida te ha mostrado sus espaldas,
tu partida, sigue su recta final.

Mujer marchita, de alma y fecunda,
pobre criatura sin ninguna redención:
Sola entre la multitud, que comercia con tu amor,
al irse tu juventud, baja tu valoración.


Estas realidades complejas que el cantor vallenato ha sabido retratar de manera tan eficaz no son imágenes relegadas al pasado en este universo musical como se suele creer. Al margen de las grandes cadenas distribuidoras y comercializadoras e incluso de los conciertos multitudinarios y, por supuesto, al margen de la bendición de la organización del Festival vallenato se encuentra el grupo de Horacio Mora y Lucho Cobo, músicos de estirpe sabanera que desde la aparición de la afamada canción Osama Bin Laden, grabada en 2006, en la cual dan una visión muy costumbrista de los hechos del once de septiembre u hacen eco de la sentencia de muerte promulgada por el presidente Bush al jefe Talibán, no han dejado de presentar canciones de corte narrativo y picaresco con las cuales en ocasiones presentan hechos jocosos de la vida cotidiana de los pueblos del caribe colombiano y en otras realizan, también, un acertadísimo retrato de la situación actual del país, sobre todo de sus periferias. Sólo presentaré cuatro de sus canciones que se ajustan a la temática de denuncia y que son difíciles de rastrear en cuanto a datos de grabación, pero de fácil acceso en la popular red social YouTube: El moto taxista, Familias en acción, El alcalde embustero y El TLC.

En la primera canción, una puya de esas que ya casi no se graban, nos muestran las penurias de un hombre que en medio de su desesperación decide dedicarse al transporte informal en su motocicleta, con la mala suerte de que termina perdiéndola en un puesto de control policial.

Por la mala situación que hay en mi patria chica,
buscando una solución, me metí a moto taxista.
Yo me gané en una rifa una FZ cincuenta.
Me puse a saca la cuenta: puedo hace mis carreritas
ella esta vieja y feíta, pero sé que tiene fuerza.
Salí a trabaja temprano y me paró el loco e la Lucha,
que me dijo con angustia llévame hasta Canta claro.
Cuando se montó el Mampano una llanta se espichó,
el motor se le fundió, los frenos se le dañaron,
por la calle quedé yo con la moto de la mano.

Salí a buscar por la cuarta a ver quién me la arreglaría,
Y caí llegando al puente en un retén de policía.
Me pidieron pase y yo que pase iba a tener,
les mostré el seguro pero ya estaba vencido,
dijo el agente: Pa ve su chaleco reflectivo,
su casco de patrullero, las luces intermitentes,
y hasta un permiso vigente para cargar parrillero.
Pensaba en la multa, más o menos de quinientos,
me daba tristeza ver mi moto detenía
¿Con que consigo el sustento de toda la familia mía?

Lleno de resentimiento le grité a la policía:
¡Cójanla pa ustedes, quédense con ella,
que apenas consiga me voy a compra una nueva!
¿Por qué me quitaron mi moto viejita,
acaso es pecado meterse a moto taxista?

La segunda canción es la denuncia de la sinvergüencería en que se han terminado convirtiendo varios de los programas estelares del gobierno, cuando, sin tenerse ningún tipo de control sobre el uso dado a los subsidios dados, muchos de esos beneficiarios desperdician esos dineros, que deberían será para sus hijos, en trago y parranda.

En esta vida compae existen amigos,
miren que vaina como está la corrupción.
Ya no trabajan pendientes a los subsidios
que reciben de Familias en Acción.

El vividor no contento con eso,
vino y metió la carta de desplazado.
El maldecio to le sale derecho,
ya tiene un año de está recibiendo pago.

Ya no quieren trabajá, pa seguí tomando ron,
están pendiente pa cobra las Familias en acción.

Me da tristeza y no puedo hacer nada,
mi pobre patria está llena de injusticia,
con tantos niños que andan por la calle,
muriendo de hambre y usté la desperdicia.

En la tercera canción hacen eco del inconformismo que muchas personas sienten con la clase política dominante, quienes suelen enredar a sus prosélitos con promesas que luego olvidan al llegar al cargo anhelado.

Vengo a contarles la historia del alcalde de mi pueblo,
cuando vio que iba perdiendo ofreció el cielo y la gloria:
Voy a hace un cambio profundo, pa ayudar al pueblo entero,
les prometo que en enero habrá puesto pa todo el mundo.

To los alcaldes son embusteros, voy a nombrarte, pero en Enero.

Vean que problemón tan grande en el que me he metio yo,
esperando que el alcalde cumpla lo que me ofreció.
Mucho hombrecito tramposo, me tiene desesperao,
Ya tengo el pelo canoso, esperando al condenao.

La cuarta canción es, ante todo, una burla ante la desacertada política estatal que pretende poner a competir, sin garantizar protección a los productores colombianos, a los campesinos y demás productores del país, con los de grandes potencias extranjeras.

Ahora con el TLC todito esto va a cambiar:
Mucha gente prepará, otros no hayan que hacé.
Vendrán carros de caché, otros comprarán burbuja,
yo me voy a compra una burra para no andar más a pie.

El alcalde de Turbaco le dio fama a un burro fino,
Con visa pa transportarlo directo a estados unidos,
Y le advirtió de una vez que a la mujé no la dejara
Y que además le enseñaran a rebuznar en inglés.

Con estas canciones de Horacio Mora y Lucho Cobo, termino mi rápido recorrido por la variopinta protesta vallenata, una arista de la literatura musical de nuestro caribe poco conocida y aún menos reconocida en su plena dimensión. Periplo realizado con la intención no sólo de mostrar esta forma de canción protesta que, a pesar del mercado se ha mantenido en el vallenato, sino de sentar mi propia protesta frente a las instituciones que se han encargado de proscribir las letras con contenido de los espacios de difusión masiva e incluso de los concursos que aparentemente son para preservar lo más puro y loable del folclor. Deberían recordar que el arte es, prácticamente, el único medio que nos queda para conjurar nuestras penas y negar y negarse a esa oportunidad es vulgar cobardía.



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